18 de diciembre de 2009

Encuentro

Estas colinas duras que han formado mi cuerpo
y lo sacuden con tantos recuerdos, me han abierto el prodigio
de aquella que no sabe que la vivo y no llego entenderla

Me la encontré una noche: una mancha más clara
bajo las inciertas estrellas, en la oscuridad del verano.
Percibíase en torno la fragancia de estas colinas
más profunda que la sombra, y de repente sonó,
como si saliera de estas colinas, una voz más limpia
y áspera, a la vez, una voz de tiempos perdidos.

Alguna vez la veo, y se pone ante mí
definida, inmutable, como un recuerdo.
Nunca he podido asirla: su realidad
cada vez se mes escapa y me lleva más lejos.
Si es bella, no lo sé. Es joven entre las otras:
me sorprende, al imaginarla, un lejano recuerdo
de mi infancia vivida entre estas colinas,
tan joven es. Semeja la mañana. Me muestra en los ojos
todos los cielos lejanos de aquellas mañanas remotas.

Y tiene en los ojos un firme propósito: la luz más limpia
que jamás tuvo el alba sobre estas colinas.

La he creado del fondo de todas las cosas
que me son más queridas, y no llego a entenderla.


Cesare Pavese

16 de diciembre de 2009

Aunque sea por un momento...

En un país como este, cuyo calendario esta repleto de fiestas, los inadaptados sociales nos volcamos a escribir en blogs. ¿Por qué digo esto? Ha empezado la llamada época de fiestas decembrinas, en donde muchos despilfarran en regalos, en alcohol, en comida y en frivolidades diversas...
(Fiesta, más fiesta y más fiesta. Celebramos de todo, desde una guerra que nunca ganamos, el nacimiento de un Dios en el que no creemos, la aparición de una virgen que hasta los rockeros aman, el fin arbitrario del calendario gregoriano...)
Permanezco asomado a la ventana, escuchando los gritos y risas de mis vecinos. Imagino los preparativos de una piñata en alguna casa cercana. También la eterna, torpe danza de nuestros amigos borrachos que se avecina. Los niños que mandan al diablo la escuela por un rato, ilusionados con juguetes, con noches de desvelo, con reuniones familiares.
Los buenos deseos que pasan por todas las mentes y que en el fondo nadie cumplirá. Los hombres y mujeres devotos católicos que aún guardan recato y que van a las misas de navidad, que bendicen sus coronas de adviento. El olor tan característico del ponche que se prepara tanto en las vecindades como en las zonas residenciales.
Nuestras calles, nuestra ciudad. Igual que siempre, llena de basura, de congestionamientos, de contaminación. Pero por unos días también llena de luces, de adornos festivos. De comercios más frecuentados que de costumbre. De pliegos y pliegos de envolturas. De anuncios en las esquinas, en la televisión, en el radio, en espectaculares, promocionando artículos diversos.
Y todo es alegría disimulada y buenos deseos. Olvidemos que hemos perdido recientemente al familiar querido, o que la crisis sigue, haciéndonos la vida más difícil cada día. Que vivimos en un país lleno de desigualdad e injusticias sociales, rodeados de delincuencia y faltos de oportunidades para salir adelante. Embriaguémonos todos, al son de las canciones de moda y la vida que no deja de fluir dentro de nosotros; en mitad de la noche somos dioses que crean y destruyen a voluntad. Después, después nos volveremos mortales.

13 de diciembre de 2009

Tono de ocupado

El día va pasando lenta y pesadamente entre nosotros. Es un anciano artrítico y jorobado, que no se tienta el corazón para con nosotros, que esperamos su pronta muerte para repartirnos la jugosa herencia que abone el crepúsculo.

Mientras tanto contesto llamadas, escucho quejas y atiendo dudas. Personas que nunca conoceré en persona, pero que escucho con atención, como si las tratara de muchos años. Ejercito mi mente en fugaces imaginaciones, les pongo rostros y personalidades distintas a cada cliente.

Si escucho una voz dulce y delicada de una mujer joven, la cual me escucha con atención, le atribuyo un cuerpo escultural. Si atiendo al arrogante y altivo sujeto que grita desde el otro lado de la bocina, lo pienso como un esperpento humano.

Ficciones imparciales, lo sé, después de todo soy sólo un empleado más con diadema y timbre de voz elegante que espera la dicha del fin de semana. La proeza de cada día: escapar de esta otra ficción, la del operador telefónico que aguanta vara y que no tiene emociones.

Sólo raciocinio y empatía, ir más allá sería una suposición aventurada de parte de ustedes, los que me escuchan cada día cuando llamo a sus hogares, impertinente y desconsiderado, ignorado y con toda razón, “¿qué no sabe que tengo tantas cosas que hacer como para estar escuchando a usted y su producto que me trata de vender?”

“No gracias”, en el mejor de los casos. Voces altisonantes e irritadas que se van archivando en la categoría de las llamadas estresantes. Y así vaya cayendo la arena del otro lado: se van sucediendo los minutos en el reloj de la computadora que miro ocasionalmente.

De vez en cuando alguno de ustedes me da generoso el lujo de abonar una venta al historial, lo cual hace que el tiempo corra un poco más rápido de lo habitual. Pero casi nunca sucede esto, recordemos que estamos hundidos en la miseria y vamos derecho al pozo sin fondo.

Al final del día recuerdo que soy un cuerpo, unas manos, un rostro; no sólo una garganta cansada y unas cuerdas vocales agotadas. Recupero mi traje de persona que me entregan cada que termino la jornada laboral. Tardaré en habituarme, como siempre.

Paso por la puerta de salida y lo veo: el decrépito, el anciano día se digna por fin a expirar. “Las agonías no son eternas”, parecen decirme en clave las pisadas veloces de mis compañeros que bajan a un lado mío por las escaleras, mientras charlan entre sí de planes sabatinos y dominicales a realizar con sus parejas, amigos y familia.

Salimos todos en tropel, rumbo a una tierra promisoria, impulsados por un flautista y melodías imaginarias. No escuchamos la voz de nuestra fastidiosa, aguafiestas conciencia que nos dice que esta es la habitual jugarreta del tiempo. ¡A callar! Y todos siguen como hipnotizados.

Afuera la tarde lanza sus promesas de eterno enamorado hacia nosotros, más vale no hacer un desaire. Dar el brazo a torcer, flojito y cooperando. Qué le vamos a hacer, Errare humanum est. De pronto mis piernas me conducen sin que me haya dado cuenta. Toman la rienda, han despertado. Dentro de mí es como si pudiera decirles a todos: “no me pasen llamadas durante los siguientes dos días”. Y de alguna forma lo es.

4 de diciembre de 2009

La Barranca


Cuando hablo de música con alguien, la mayoría de las veces termino recomendando grupos, haciendo así como una especie de “apostolado”. Me explico: cuando nos gusta mucho un grupo, una banda o solista, queremos que todos lo conozcan y así como nosotros disfrutamos de escuchar sus canciones, así queremos que otros compartan esa dicha.

Va a sonar exagerado, pero es como los testigos de Jehová. Queremos que los otros se conviertan a nuestra fe, en este caso a nuestra “música”. Lo sé, no todos son así, ni tampoco la onda es tan fuerte. Pero por ejemplo vean a los metaleros que defienden a muerte sus bandas o a los que piensan que sólo el reggaetón es música. ¿A alguien le suena?

Pero bueno, el chiste es que hoy quiero hacer de apóstol de una agrupación que considero viene a ser muy mesíanica en estos tiempos, jaja. Recuerden, hablo en ámbito musical, no os asustéis. La comparación es buena porque en México abunda la mal…a música. La música de plástico, de tonadas pegajosas sin verdadera profundidad, etc. Las bandas sin talento.


Yo les ofrezco la luz... musicalmente hablando. En este caso, la luz, o una buena parte de ella responde al nombre de La Barranca, la cual es una agrupación mexicana formada en 1995. ¿A qué suena? Suena muy bien. Rock alternativo creado en México, con música y letras profundas. Fuera de eso no podría describir su sonido. Bien, haré trampa. Dejaré que sus integrantes nos aclaren el panorama. Ellos se describen a sí mismos en su maispeis de la siguiente forma:

"Banda de rock alternative de la ciudad de México formada en 1995 por el guitarrista José Manuel Aguilera y el bajista Federico Fong. Alonso André se unió a ellos en las baterías para grabar su álbum debut."

"Inspirados por bandas como King Crimsom, Buena Vista Social Club, Toña la Negra o Radiohead y buscando su propia identidad Mexicana, la Barranca grabó su primer álbum después de conseguir una propuesta de un pequeño estudio llamado Opción Sónica en 1996."

Estos son sus integrantes, que eran la alineación original y que ha ido cambiado desde su formación, manteniéndose inamovible solo José Manuel Aguilera. Han vuelto los otros dos: el Fong y André para sacar su más reciente trabajo. Virtuosos hasta la médula, su discreta carrera (discreta en cuanto a impacto mediático) ha dado ya los siguientes albumes: El Fuego de la Noche, 1996; Tempestad, 1998; Rueda de los tiempos, 2000; Denzura, 2003; El Fluir, 2005 y su más reciente obra: Providencia, 2008; así como un EP: Cielo Protector, 2004.

La revista Rolling Stone ha dicho que: “La Barranca es la banda más elegante en la escena del rock mexicano”. (Y sobre Denzura) “uno de los mejores albums latinos del 2003”

En el Myspace de esta agrupación nos describen más cosas:

"Su música mantiene algunos de los elementos más ricos y poderosos en la escena de rock de México. Es una banda muy interesante para escuchar ya que tiene un melancólico sentir en combinación con algún buen rock and roll y matices de música popular mexicana ."

La calidad de sus canciones es muy alta, en cada disco se renuevan y aportan algo original tanto en su música como en letras, las cuales son muy profundas. Son también unos consagrados de la escena independiente, además de que han adquirido la categoría de grupo de culto, la cual es un honor al que pocos pueden aspirar.

Los chicos de Café Tacuba no son los únicos que buscan la experimentación en cuanto a géneros y estilos se refiere, basta ver rolitas como Llueve contenida en Rueda de los Tiempos para constatar lo bien que suenan la música tradicional mexicana y el rock cuando se saben conjuntar. Día negro es un clásico, quizás su canción más reconocida por los amantes del género, sólo por nombrar algunas.

Si quieren hacerle un favor a sus oídos, dense la oportunidad de escuchar a La Barranca. Juzguen por ustedes mismos. Les dejo una probada de La Barranca, dos muy buenas canciones suyas, la primera perteneciente a su Denzura, 2003; la otra de su más reciente disco Providencia. Para mayor información les sugiero su Myspace, del que he tomado muchos párrafos para hablar de ellos (la traducción es mía), o su sitio web.











25 de noviembre de 2009

Ese fracaso...


Renuncio a ser el mismo que aquel que escribe sobre ti en mis sueños. Lenguajes distintos nos llevan a caminos distintos. Manos de un mismo cuerpo sienten en universos completamente distintos. Puede que cuando toco tu piel este haciendo sólo un bosquejo. La obra terminada está allá, en lo inefable de mi sueño de anoche, hecha por un otro que desconozco.

Anhelo concluir tu retrato algún día. Por eso ensayo en cada ocasión que se me presenta, que bien puede ser la última. Te pido, te ruego. Que comprendas estas manos de despierto agotadas por el temblor; esta voz que pareciera apagarse en agónicos clamores; estos ojos de naúfrago, de enfermo, que tratan en vano de asirse a algún trozo de ti como de una isla o de una sanación.
No sabré cuando llegará la descarga, aquel estruendo que todo lo enmudece. Lo único seguro es que pensarte, crearte, será para siempre un acto del todo inconcluso. En medio de este universo de formas e ideas, objetos y sensaciones, tú eres para siempre mi obra inacabada. Trato de agotarte en cada sacudida, en cada cima, en cada abismo pero no lo logro. ¿Será este mi definitivo fracaso?

11 de noviembre de 2009

8 ½


Una tarde cualquiera del mes de abril de este año, llegué al salón de actos de la Facultad de Filosofía y Letras para asistir a la proyección de la película 8 ½ de Federico Fellini. El número de personas que ocupábamos el recinto aquel día, se contaban con los dedos de la mano. De Fellini no conocía mucho. Hasta ese entonces únicamente había visto de él su película para televisión "Los payasos" (I Clowns, 1971) que, eso si, me había gustado mucho. Claro, lo poco que sabía de FeFe me había dado la suficiente curiosidad como para saber más de su obra. Así que cuanto me enteré que exhibirían una película suya en la Facu, no dudé en asistir.

Y debo admitir que desde la primera escena quedé cautivado: la secuencia de un hombre atrapado en su automóvil en mitad del tráfico, a punto de asfixiarse con el monóxido de carbono, logra escapar y echa a volar por sobre los otros autos. La mezcla entre los elementos oníricos y reales, (la secuencia es parte de un sueño) hacen de aquel momento uno de los más geniales de la historia del cine. Claro, es necesario verlo para compartir esa emoción que yo sentí aquella tarde. ¿Qué vi? Lo siguiente:

El protagonista es Guido Anselmi, director de cine de gran fama quien se encuentra “filmando” su más reciente trabajo. Y digo se encuentra “filmando” porque lo que menos hace a lo largo de la película es eso, trabajar en su más reciente película. Da la casualidad de que el pobre Guido atraviesa una crisis no sólo creativa, sino personal y hasta existencial: no tiene ni la más remota idea de cómo sacar adelante su película, la cual ni siquiera ha iniciado el rodaje y para la que ha audicionado a decenas de mujeres para el papel principal sin decidirse a escoger una. No hay un guión, ni una trama ni personajes definidos y su productor se encuentra preocupado. Lo único que lo motiva a seguir financiando este barco a la deriva es el gran prestigio logrado por Guido en anteriores trabajos.

Presionado a cada momento por la prensa, actores, staff, productor y amigos para conocer sobre que tratará su último filme, Guido se refugia en sus recuerdos: evocaciones de mujeres que han ocupado un lugar importante en su vida, los fantasmas de su pasado que son intercalados de manera inteligente y dan a 8 ½ una profundidad asombrosa; iniciando una vertiginosa carrera que parece desembocar en la tragedia.

De la vida de Guido sabemos que fue un conquistador y mujeriego, pero que ahora se encuentra dominado a cada momento por estas mujeres a las cuales es incapaz de amar, pero de las que busca aunque sea un pequeño resquicio para salir avante. Cuando la situación parece insostenible, agobiado por sus amigos, compañeros de trabajo, y por esos fantasmas y recuerdos... Aquí el gran Fellini nos deleita con un final sorpresivo.


La película en sí se encuentra salpicada acá y allá de imágenes poderosas, que incluso podrían calificarse de poéticas. A pesar de parecer la trama muy llana, la de un hombre sumido en una crisis, es la interacción con los otros personajes de parte de Guido hace que la obra se sostenga y alcance niveles genuinos. Como olvidar resaltar a un sublime Marcelo Mastroianni que logra con creces ponerse en los pies del protagónico, haciendo de esta actuación que hace del agobiado Guido Anselmi una de las más fregonas de toda la historia del cine.

Si quieren ver una película que los deje con un gran sabor de boca y con ganas de cuestionarse su propia vida, vean 8 ½ de Fellini. Por si no los contagié del todo de esta película que ya he visto como cinco veces la cual no está de más decir que es de mis favoritas, sólo les comento que es para muchos la obra maestra del que es considerado por muchos el mayor genio de la historia del cine. Quien si no el gran FeFe.

6 de noviembre de 2009

La grandeza de lo pequeño: Antón Chéjov


Se tiende a pensar que el esfuerzo de escribir una novela es mucho mayor al de escribir un cuento ¿Por qué? ¿Por ser más difícil sostener una trama, una serie de personajes y atmósferas a lo largo de cientos de páginas y páginas que hacerlo en unas cuantas hojas? Si nos llevamos por este criterio no nos quedaría más que inferir lo siguiente: que ser novelista tiene más mérito que ser cuentista.

Varios escritores de talla universal desmienten esta creencia. Me remito, por referir sólo algunos, al galo Guy de Maupassant, el argentino Jorge Luis Borges y el ruso Antón Chéjov; los cuales poseen una obra compuesta por decenas de cuentos y pocas o nulas novelas, sin embargo su maestría narrativa reside precisamente en este terreno que supieron dominar o más bien cultivar (si creemos que la literatura es la cosecha de la palabras en el fértil terreno del lenguaje) mejor que nadie: el del cuento.

Estos cuentistas son equiparables en su obra a la de novelistas y ensayistas, desmintiendo a través de su prosa breve esta falsa creencia de que la novela exige más trabajo que el cuento. Su lectura es la reafirmación continua de que la grandeza literaria en muchas ocasiones puede esconderse en la pequeñez de la extensión de sus narraciones.

Chéjov retrata en sus cuentos a personajes de la vida cotidiana de la Rusia de finales del siglo XIX. A pesar de que nos habla de campesinos, funcionarios, médicos y estudiantes, sus cuentos tienen tramas admirables. Ello porque logra meterse en la piel de estas personas, a través de monólogos que no caen en lo tedioso ni en lo inverosímil.

Muchos podrán adolecer en Chéjov al personaje intrépido y heroico, pero en los protagonistas de sus historias no hacen falta estos arquetipos. Los del autor ruso son hombres y mujeres comunes y corrientes, cuyas vidas son desangeladas, hundidas en la pobreza y la tristeza. Incluso la locura. Este es su mérito: personajes de carne y hueso de su tiempo.

Los desenlaces de los cuentos chejovianos son inesperados. A pesar de que su autor es de corte naturalista (corriente literaria que buscaba emular la realidad de la forma más precisa posible), logra terminar sus obras de una forma que no deja inmune al lector. Emociona, inquieta, sorprende. Los cuentos de Chejov son ingeniosos, y con ellos logra sacarnos de nuestro estado de confort.

4 de noviembre de 2009

Tiempo muerto


Desde hace una semana disfruto de lo que ya se veía venir de un tiempo para acá: adiós al trabajo. Si, así de fácil. Se acabaron las jornadas de medio tiempo en el Call center... ¿motivos? Cierre de la empresa. Y yo feliz porque tuve la paciencia necesaria de quedarme hasta el final para recibir la $liquidación$, en lugar de muchos otros ingenuos que se fueron antes (renunciaron) y por ende sólo los finiquitaron (menos Money)...

Lo importante de esta cuestión es que ya puedo gozar de tiempo muerto [muy ad hoc con la temporada], el cual ocupo en la lectura, en la contemplación de buen cine [el de arte, por supuesto] y lo demás en la frívola tarea de ver como gasto mi jugosa $liquidación$... ah, sí, y lo olvidaba: también acudiendo a mis clases de la universidad.

Acaba de pasar el día de muertos, y aunque en estos tiempos contemporáneos la apatía, la crisis económica y la incesante celebración del Halloween merman esta bonita tradición mexicana, me di la oportunidad de hacer algo relacionado con la fecha, acompañando a mi amiga la siempre hermosa señorita H. a la celebración anual de las ofrendas que la comunidad estudiantil monta en “Las Islas”, en Ciudad Universitaria.

En esta ocasión el tema era Edgar Allan Poe, y las “ofrendas” lucían motivos relacionados con la vida y obra de este magnífico escritor americano del siglo XIX, con motivo de que este año se celebra el bicentenario de su natalicio. Y es que se acostumbra el que cada año las ofrendas homenajeen a un personaje destacado en las letras ya fallecido.

Lo curioso es que las ofrendas, debo admitirlo, eran todo menos ofrendas. Muy pocas tenían los elementos propios de una ofrenda: platillos típicos, flores de cempasúchitl, pan de muerto, calaveritas de dulce, sal, papel picado... la mayoría eran representaciones con figuras y escenarios que trataban de emular algunas escenas de los cuentos del maestro Poe.

El esfuerzo por ser el que montara la “ofrenda” más creativa o más espectacular (recuerdo una en que una cuchilla enorme suspendida en el aire amenazaba con caer sobre el vientre un Poe atado a una mesa, y alrededor sólo adornos), hacía que se olvidara los elementos representativos de lo que en verdad es una ofrenda de Día de Muertos. Muchas Escuelas y Facultades, en busca de la originalidad, el ingenio y lo llamativo se hicieron cosas más parecidas a una maqueta de Halloween que una Ofrenda de Día de Muertos.

Y lo que de plano es para olvidar de esa fecha celebración que muchos han incorporado al feriado mexicano (me refiero a esa fatalidad llamada “Noche de brujas”), fue el ver a muchos niños disfrazados de Michael Jackson (alentados, claro está, por sus padres), fenómeno que como lo dijera mi profesor de Seminario optativo de Psicoanálisis, “da para mucho estudio”. En este caso para una entrada propia de blog.

31 de octubre de 2009

Pequeña melancolía

Solo una belleza me sobrecoge, me hiela la sangre cuando la advierto frente a mí. Es una belleza pacientemente construida, pulida a través de millones y millones de años. Fruto de catástrofes, del paso de vidas; también de numerosas muertes.

Poco a poco va deslizándose, humildemente y por todos lados. Discreta, parece decirnos "lo he logrado, pero no se lo digas a nadie. Es nuestro secreto..." Y se aleja entre la majestuosidad del paisaje, aun entre la tierra o entre los muebles del departamento.

La noche llega y no puedo dormir. "¿Estás ahí compañero?" Es inútil. Hablamos lenguajes distintos. Lo único que nos hermana es ese sentimiento inevitable, la angustia por la fragilidad. Por la insignificancia.


Afuera todo permanece en relativa calma. El silencio del espacio, de las estrellas, las nebulosas y los vacíos inconmensurables. Dormimos por fin, olvidados a nuestras propias bellezas. Dormimos los diferentes insectos. Cada uno en nuestro propio rincón, en algún lugar del espacio.


20 de octubre de 2009

Yo aspiro

Tratar de captar la vida de un hombre en un párrafo, sus miedos, sus frustraciones. Lo que nos hermana, lo que puede separarnos. Las preguntas que sólo parezcamos decirnos a nosotros mismos y que se encuentran en lo más profundo de nosotros mismos. Esas que nos importan, que sólo nos importan a nosotros.

Las rabias, las alegrías. Lo que resulta de ese milagroso choque cotidiano con los otros, porque pareciera que el infierno son los otros, aunque repensándolo parezca que no podamos temer nada de un mundo tan regular. Porque nunca terminaran los laberintos ni los murmullos. Porque el corazón de nuestras tinieblas puede permanecer oculto y porque nunca dejaran de doblar las campanas.

Aunque nos parezcan lejanas las urbes belicosas que alguna vez atacaron los aqueos, aunque creamos que estamos a salvo de locuras quijotescas y de vez en cuando nos aseche un terror kafkiano a convertirnos en repugnantes bichos, seguiremos aspirando a las ancestrales veladas en donde todo era mágico y gozoso bajo la luz de la vela, sosteniendo un libro.

Escribiendo o leyendo. Cuando hablo de ellos intento explicarme a mí mismo. Apagar mundos, universos, puntos de vista, latidos... Para de nuevo volver a encenderlos en la siguiente oportunidad que se nos presente. Humilde aspiración. Oh, humilde aspiración.

8 de octubre de 2009

Fuck the "If - then - else"...

Subsuelo Superficie.

Sociable Misántropo

Eufórico Depresivo.

Pesimista Hombre con fe.

Multivocal Silencioso.

Sombrío Luminoso

Suicida Vital

Noble Egoísta

Autómata Librepensador

Racional Loco.

Citadino Campestre

.

.

.

Y pensar que a efectos de la estadística, de la convivencia social, es preciso elegir sólo una de las opciones.

Por el contrario yo prefiero otra, la que equivocadamente se ha nombrado del cobarde, del impasible, del tibio: elijo no elegir.

Que quieren. Algo tenía que valerme madres.

Salud.



4 de octubre de 2009

Superhéroes


Una de las pocas cosas que compartí con los niños de mi edad, fue el gusto por los superhéroes. Lo admito, además, la cosa no es nada grave. Como muchos, coleccioné albumes con estampas, comics, figuras de acción... Y seguramente en alguna ocasión soñé con tener superpoderes. En suma: el paquete completo de la fase niño-fanático-superhéroes.

Claro está que la edad va cambiando las cosas. Además de la obvia pérdida de la inocencia y todo ese rollo de convertirse en adulto y sus implicaciones, uno se da cuenta que eso de ser superhéroe no es la gran cosa. Y lo digo desde un punto de vista teórico, reflexivo (me refiero a que lógicamente uno no se da cuenta de esto siendo superhéroe en la vida real ).

¿O es qué aquellos tipos enmascarados que defienden la justicia y la paz no tienen también una existencia desastrosa y caótica igual que la que nosotros, los simples mortales soportamos everyday? Claro, la ficción los defiende (la mayoría de las veces) de peligros como la muerte; pero por el contrario no puede hacer nada contra cuestiones tales como el desarrollo de una doble vida, el no poder llevar una vida normal (ya saben, esa que los neoliberales estandarizaron: casa, coche, esposa, hijos, lic en Sistemas/ Administración de empresas, ipod...) En suma: ser un superhero trae, inevitablemente, la marginación.

Vistos desde ese modo, los superhéroes no deberían inspirarnos más que compasión y tristeza. Excluídos por la gente normal por el hecho de ser distintos (debido a sus "poderes"), los héroes de ficción tienen que aprender a vivir en una atmósfera constante de tensión, de conflicto que fluctua entre el odio y el reconocimiento.

Porque Spiderman nunca va a poder ir a Tepito o a Iztapalapa como ciudadano común y disfrutar de un paseo tranquilo ya que le quedaría la preocupación de que tarde o temprano su sentido arácnido se le activará cuando a Maria Juana (Mary Jane para los anglos) le quieran dar baje con su bolsa y él use sus poderes para atrapar al malhechor... y entonces todos se darán cuenta que San Juditas le hizo el milagro de darle superpoderes bien chidos... luego el acabose, ya que entonces:

-- Sería explotado por el gobierno calderonista el cual lo usaría como emblema del sexenio, colgándose de sus triunfos y aventándose sus vomitivos discursos como el que "gracias al gobierno que toma acciones, es que los mexicanos ahora están protegidos contra la delincuencia y el narco"...

--y sería llevado a todos los programas matutinos basura de Telerisa y Tv Apesta, los cuales se pelearían entre sí para tenerlo y aumentar el rating, poniéndolo a competir en concursos absurdos de famosos y a bailar entre conductores carentes de materia gris y tendría que soportar que las Maribel Guard o las Ingrid Coronado le tiraran los perros a indiscreción...

-- las marcas transnacionales como Gillette, Coca Cola o hasta Men Force y Nixxon lo asediarían hasta el cansancio para que accediera a aparecer por millone$ de pesosen sus respectivas campañas publicitarias (diablos! hay algo peor que imaginarse a Spiderman diciendo que "con N. se siente en las nubes" ??)...

-- Después de formar parte del MP, PGR y el ejército, así como la AAA, el CMLL y la Femexfut (¿?), los de "La Familia" le llegaría al precio y se pasaría al lado oscuro, aunque no se salvaría ya que igual se tendría que cuidar de las traiciones de sus compañeros del mal...

-- y ya no analizamos como afectaría esto su vida conyugal, sólo porque ya no nos da tiempo.

Ejemplos de porque los pobres superhéroes sufren, hay muchos. Y para ser un marginal, un excluido de la sociedad, prefiero ser un citizen común y corriente. Prefiero, una que otra vez, y siempre y cuando la situación lo requiera, aventarme a rescatar niños de edificios en llamas y realizar maniobras de resucitación cuando a mis amigos se les atore un sabritón en la garganta...

En suma, que eso de las alienaciones y los conflictos existenciales, sin embargo, pueden darse sin necesidad de pasar por el doloroso proceso de "super heroicización". Me explico: no tenemos necesidad de ser super héroes para ser marginales. Quizás esté entendiendo al super héroe desde su aspecto más trivial, prescindiendo de la carecterística determinante: la de los super poderes. Pero por otro lado, si lo vemos desde un punto de vista más abstracto, creo que la marginalidad es un aspecto que hace del super héroe un ser interesante y que inconscientemente actúa en nosotros para dotarlo (en estos tiempos cada vez más alejados de lo irreal) todavía de una vigencia y actualidad constante...

De cualquier forma y aunque no venga al caso, me daré el lujo de confesarles (nótese el grave caso de regresión infantil), que si pudiera ser un encapuchado con capa e identidad secreta, escogería el poder de la teletransportación: ¡Zuuuumm! *


* Supuesta onomatopeya que indica una teletransportación, y en el caso de la presente entrada funciona también como despedida (N. del A.)

30 de septiembre de 2009

Univers[al]idad

Uno se siente abrumado cuando se está sobre el pasillo de la Facultad. Quizás sea por las numerosas aulas que hay a lo largo del mismo, y cada una tiene una dimensión de unos 15 x 20 metros. No he contado cuantas son, pero calculo que su número es superior a 50, tan sólo en este piso...

Al fondo del pasillo hay una inmensa escalera cuyos pasamanos están labrados de maderas finas, lo cual no deja de desentonar con la atmósfera más bien contemporánea de la Facultad. Esta escalera comunica cada piso del edificio, y enseguida que uno la conoce advierte que es tan distinta a las demás áreas de la Facultad. Más aún: al subir o bajar por sus solemnes escalinatas uno se siente inmerso en otra dimensión.

Pareciera que durante el tiempo que dura el ascenso o descenso, fueran a suceder cosas metafísicas o sobrenaturales sobre los mismos escalones. Una vez recuerdo que cuando niño me imaginé mientras subía uno de los pisos de entre el 23avo al 39avo, que en el piso inmediato me encontraría en la nada. Mi terror fue tan intenso que al instante me detuve, y ya no me atreví a seguir por verdadero pánico de que mis sospechas fueran ciertas.

Esa historia termina de forma patética, y harto penosa: Desde ese momento no me atrevo a subir más allá del piso 23. Cuando alguna asignatura es impartida en alguno de los pisos superiores al 23, simplemente no la tomo o la descarto al instante.

En cuanto a los salones, esos lugares inmensos en los cuales se imparten las áreas del conocimiento humano más nobles, siempre hay un aire impersonal que lo llena todo, lo mismo si se encuentran colmados de estudiantes que si sólo hay unos cuantos repartidos entre los pupitres de su majestuosa superficie.

Es tal la impresión que da la aquella atmósfera, que al salir del aula, al estar todavía frescas las impresiones de exactitud y belleza, eliminados los juicios personales y los sentires propios, que uno piensa encontrarse de frente en los pasillos, lo mismo a un quark, que una supernova; el Ser que el concepto de Logos.

He visto también en mi larga vida de estudiante los crudos efectos que toda esta experiencia provoca en otros: casos graves en los que los estudiantes han sufrido agudos transtornos depresivos y esquizofrénicos. Los comprendo, y doy gracias a la diosa Razón al permanecer aún hoy ileso cuando paso de un lado a otro de la línea, ya que salir de aquella mole la cual es en si misma un Universo a la pequeñez e insignificancia del mundo monótono, es en si una auténtica tragedia.

30 de agosto de 2009

De Calls Centers y resfríados en Verano...

Este mes de agosto que está por terminar ha sido un tanto extraño. Las razones principales: entre que he estado mucho tiempo enfermo de resfríados no atendidos [los cuales son el producto de la constante lluvia y de mi negligencia], que he tenido que organizarme con mi trabajo y con la escuela...

Ambos son hechos extraños por lo siguiente:

1. porque creo que nadie nos esperábamos una temporada de lluvias en pleno mes de Agosto. No olvidemos que antes de los desvaríos climáticos de este nuevo siglo, la temporadas de lluvia casi siempre eran en primavera, y no en verano como ahora.

2. porque desde hace casi mes y medio que trabajo, algo que no acostumbraba a hacer por lo exigente de la carrera que estudio. Siempre creí que trabajar y estudiar filosofía al mismo tiempo era suicida, aunque ahora veo que no es así... bueno, sólo un poco.

A estas peculiaridades habría que sumarle una tercera, que se deriva o relaciona con la segunda:

3. que mi trabajo es el de un operador telefónico en un Call Center: 6 horas diarias, de lunes a sábado por la mañana. Los demás datos sobre este particular me los reservo para evitar alargar esto demasiado y también para no hacer publicidad.

Y digo que esta es una extrañeza también porque ¿Un estudiante de Filosofía trabajando en un Call Center? Pues si, así es. Lo curioso es que ya me estoy acostumbrando al ambiente de trabajo, a mis compañeros operadores y a mis funciones laborales.

Lo malo es que del trabajo tengo que irme derechito a la Facultad, a mis clases, lo cual se traduce en dos incomodidades:

1. que como la política del Call Center es que los hombres vayamos vestidos formales [camisa, pantalón de vestir y corbata] me perjudica el que tenga que asistir a mis clases por la tarde vestido también así. Máxime que la Facultad de Filosofía y Letras es en donde más nos vale madres los códigos de la moda y de la etiqueta... ya se imaginaran lo contrastante que resulta el aspecto de un servidor con relación al de los otros estudiantes al ir por los pasillos de camino a mis clases.

2. que el cansancio es inevitable; a eso de las seis de la tarde empieza a darme mucho sueño y agotamiento tanto físico como mental. A esto hay que sumarle que de regreso a su casa el metro [medio de transporte que uso tres veces en el día] viene a reventar, además de que cada vagón se convierte en una caldera insoportable. Que para acabar pronto ya me da el cuarto para acabar mi día y llegar a cenar y a dormir.

Pero de ahí en fuera recibir la quincena es algo muy gratificante. Buena recompensa después de los resfríados continuos, el cansancio diurno, las personas que te cuelgan la llamada cuando les hablas, la burla de ciertos amigos que aseguran que "sus principios los salvaran de laborar algún día en un trabajo tan malo como ese"...

Nunca creí tener una conclusión como esta, en la cual el factor económico es el que hace la diferencia. Lo sé, lo sé, digan lo que quieran. Emulen a los extramistas de siempre: acúsenme de capitalista, de vendido, etc, etc... Sólo déjenme decirles que lo que gano lo destino para dos cosas principalmente:

1. para ayudar a pagar algunos gastos a mis superiores domésticos...

2. para comprarme libros y ocuparme de gastos diversos por concepto de la carrera...

Pues bien, que de la lectura de esta entrada se pueden comprobar las siguientes cuestiones [ambas, lo acepto, como casi todo lo que escribo acá, triviales]:

1. que he abusado de las enumeraciones y

2. que se pueden conjuntar ciertos temas como son: Justificaciones innecesarias de porque-trabajo-en-donde-trabajo, lluvias inesperadas en agosto, llamadas telefónicas, lo-mucho-que-me-importa-seguir-una-imagen-en-mi-carrera, resfríados que se pudieron evitar ¡ah chu!, cansancios cotidianos...

* Y una extra [para variar]: el que un bloggero inevitablemente termina hablando de situaciones personales tarde o temprano, emulando una especie de diario o bitácora personal... ¡agh!

Como sea. Baste por el día de hoy. Que este sediento-luminoso debe de hacer tarea y prepararse para una jornada desgastante el día de mañana. ¡Ah chu! [Maldito resfríado...]

19 de agosto de 2009



[...]

Silencio la tierra va a dar a luz un árbol
Tengo cartas secretas en la caja del cráneo
Tengo un carbón doliente en el fondo del pecho
Y conduzco mi pecho a la boca
Y la boca a la puerta del sueño
El mundo se me entra por los ojos
Se me entra por las manos se me entra por los pies
Me entra por la boca y se me sale
En insectos celestes o nubes de palabras por los poros
Silencio la tierra va a dar a luz un árbol…

Vicente Huidobro
Altazor, I, 642- 651

18 de agosto de 2009

Constatando la otredad...



De vez en cuando, al salir de casa por la mañana, hay que echar un vistazo a la primera plana de los periódicos... para constatar que la fotografía con el cadaver de un hombre que aparece en la portada no es un retrato nuestro... Luego entonces, podemos seguir adelante con nuestras vidas...

28 de julio de 2009

Cuando la tarde...


Cuando la tarde cierra sus ventanas remotas,
sus puertas invisibles,
para que el polvo, el humo, la ceniza,
impalpables, oscuros,
lentos como el trabajo de la muerte
en el cuerpo del niño,
vayan creciendo;
cuando la tarde, al fin, ha recogido
el último destello de luz, la última nube,
el reflejo olvidado y el ruido interrumpido,
la noche surge silenciosamente
de ranuras secretas,
de rincones ocultos,
de bocas entreabiertas,
de ojos insomnes.

La noche surge con el humo denso
del cigarrillo y de la chimenea.
La noche surge envuelta en su manto de polvo.
El polvo asciende, lento.
Y de un cielo impasible,
cada vez más cercano y más compacto,
llueve ceniza.

Cuando la noche de humo, de polvo y de ceniza
envuelve la ciudad, los hombres quedan
suspensos un instante,
porque ha nacido en ellos, con la noche, el deseo.


Xavier Villaurrutia

9 de julio de 2009

Porque después de todo Mafalda era consciente de que la eudaimonia (felicidad) es algo que no hay que dejar afuera de la puerta.

2 de julio de 2009

Epitafios


"...Y no tengan miedo"

Epitafio de Jorge Luis Borges

* * *

"Abrid esta tumba: al fondo se ve el mar"

Epitafio de Vicente Huidobro

* * *

Rarezas mías aparte, confieso que lo único que me gusta de cuando tengo que acudir a un cementerio ya sea por obligación o compromiso, es leer los diversos epitafios se encuentran en las criptas. Cuando los hay, claro está.
Lástima que en México la mayoría son epitafios de índole religiosa: citas bíblicas, mensajes de los familiares al difunto, que en Stricto sensu no son auténticos epitafios ya que en mi opinión el epitafio es un acto individual y no un homenaje de parte de los deudos.

Pasa que, como la mayoría de los seres humanos morimos un día indeterminado, bajo circunstancias que nos son desconocidas, todo lo referente a como afrontar ese momento es algo siempre repentino. Pocos son los que meditan y piensan sobre su futura muerte. Así, los epitafios no son algo común. Pocos son a los que se les ocurre realizarlos.

¿Pero por qué o para qué se hacen los epitafios? ¿Para seguir vivo de alguna forma y ayudar a recordar de nuestra existencia a los que nos sobreviven? ¿Para dejar constancia de que existimos en este mundo? ¿Para expresar el pensamiento que el ahora ocupante de la tumba tuvo en vida? ¿Para hacer de una tumba algo más que un monumento poco práctico que contiene nuestros restos descompuestos a pocos metros de profundidad en la tierra? ¿O sólo para constatar que vivimos en el absurdo?

Lo que es un hecho es que el epitafio será leído mínimamente una vez: por el que habrá de labrarlo en la lápida o por el familiar quien ejecute la última voluntad del fallecido mandando poner la inscripción.
En la mente de aquellos dos personajes resonaran por un momento las oraciones que él difunto tuvo a bien pensar y meditar años antes de morir.

El contenido de los epitafios también varía. Al ser una actividad subjetiva expresa el pensamiento acerca de la muerte que cada particular se formo en vida. Podemos hacer un epitafio que pretenda aportar un pensamiento, que busque revelar una especie de sabiduría para que al leerlo otros aprendan de ella. Temas usuales de este tipo que muchos usan: la brevedad de la vida, lo inevitable y natural de la muerte, etc., etc.…
Hacer un verso, mostrando las cualidades poéticas del que lo compone. Por ejemplo este, muy cursi y malo que a mí se me ocurre para ilustrar el tipo: La vida, una aurora/ la muerte, un crepúsculo.
Que sea humorístico, esto es que trate de quitarle lo tenso y solemne al hecho de tener que morirse.
Que se burle de la muerte y la tome como algo sin importancia.
Aquí bien pueden entrar las calaveritas, nuestro estilo particular de hacer una especie de combinación de epitafio, poema, sátira y parodia.

La desventaja de un epitafio sería el pensar que no hacerlo bien le daría un sentido incompleto o vago. Puede que pensamos que si no está bien hecho el que lo lea después no entienda lo que quisimos decir, o que le parezca algo tonto o banal.

Otra desventaja es que pensemos el epitafio no engloba muchas cosas, que no tiene unidad, que necesita decir algo más porque puede ser todo lo contrario, que el epitafio dice mucho menos de lo que el vivo quería. Esto es que resulte muy escueto.
Por lo demás el epitafio a muchos les parece algo estúpido, sin sentido. “Tuviste toda tu vida para decir lo que tenías que decir. ¿Para qué entonces el epitafio?”, me dijo un amigo, el día en que salió a conversación Inter nos el tema de los epitafios. Yo difiero de él. ¿Por qué no seguir hablando, por así decirlo, aunque sea por un instante, después de muerto?

El muerto pareciera sonreírnos, escuchamos su voz, evocamos su recuerdo o simplemente dialogamos con él por un momento… al leer el epitafio inscrito en su lápida. El muerto nos habla, tiene algo que decir aun después de haber pasado a mejor vida.
Como buen loco y ocioso, he hecho y rehecho epitafios para el día en que muera, pero no quedo conforme. No encuentro ningún epitafio que me convenza todavía. Luego el tiempo apremia y crea una desventaja: ¿Y si no logro hacer mi epitafio antes de morir?


He leído y releído acerca de epitafios geniales, escritos por gente famosa en distintos aspectos para darme una idea de cómo hacer el mío: científicos, filósofos, poetas y estadistas. Aunque también hay registrados muy buenos epitafios en las tumbas de las personas comunes y corrientes. Pero sin duda, hay que admitir, que los que hacen los mejores epitafios son los escritores y los humanistas.

Idear un epitafio propio es un ejercicio entretenido e incluso puede que hasta termine resultando agradable. Se descubre mucho acerca de uno mismo en el proceso. Además de que se contamos con la ventaja de tener toda una vida para pensar en cual será el epitafio que más nos convenga. Incluso me atrevo a decir que podemos, en un ejercicio extremo de perfeccionamiento, elegir nuestro epitafio hasta el último momento, en el umbral mismo de nuestra muerte.

Haciendo gala de esta estretagia, pienso en dos hombres que están a punto de batirse en un duelo a muerte. Estos hombres completan su ideal poético de la muerte por honor con el añadido de contar con un epitafio digno que los acompañe en su último descanso. Como todo idealista y perfeccionista, ambos sostienen la convicción de pensar su última frase hasta el último momento.
Antes de enfrentarse y de disparar, conscientes de la probabilidad de que cada uno pierda este último combate, van pensando en el epitafio, pero no se encuentran del todo convencidos.


Momentos después la bala alcanzará a uno de ellos, quien de a poco, muriéndose, va descartando con la velocidad de su vida que se escapa, uno a uno, los posibles epitafios.
Una vez satisfecho por el producto final y con sus últimas fuerzas, el derrotado pronuncia el epitafio elegido a la persona de confianza/ al ser querido que se acerca para asistirlo. Instantes después, muere.


El epitafio elegido en dichas circunstancia podría resultar más puro, honesto y correcto de todos cuanto pudieron haber existido, ya que se elige en un momento propicio, a la vez que preciso.
Yo por mi parte, a estas alturas de la vida, no tengo todavía un epitafio que me convenza.

Y ustedes, si hicieran un epitafio ¿qué diría?


14 de junio de 2009

Las nauseas electorales


El autor de este blog admite que las campañas electorales le provocan unas terribles y deprorables nauseas. Esto porque cree firmemente que la forma de hacer política en México, indistintamente del partido político que sea, es errónea, por no decir que es una completa basura. Las razones sobre las que se fundamenta para decir esto es que sabe que todo partido político en México se rige por principios antiquísimos que nunca cambian: la mentira, la corrupción, el descrédito, el desprestigio, por mencionar sólo algunos.

También cree que en sí ningún partido político propone nada para mejorar los problemas que aquejan a la población, a saber: la inseguridad, el desempleo, la pésima calidad del sistema educativo, la falta de servicios de salud adecuados… y que lo único que hacen es prometer acciones que no atacan de fondo los problemas y que se anuncian como soluciones rápidas o que de plano les dan la vuelta.

Dicho sistema político, los partidos políticos fastidian en cada temporada previa a las elecciones inundándonos en los medios de comunicación con multitud de anuncios que no aportan nada a la ciudadanía, y que por el contrario lo único que hacen es alimentar la idea cada vez difundida entre la población de que el sistema político es deficiente y que nunca ha sido confiable. De igual forma con mítines, basura en las calles, anuncios espectáculares, y demás parafernalia inservible.

El autor asume que no es el único que siente dichas náuseas, sino que intuye que al igual que él las tienen cientos de miles de personas en todo el país. Hartos de que nos vean la cara de estúpidos, muchos al igual que él han decidido no votar: ninguna de las opciones les es satisfactoria.


Creen que las cosas no mejoraran sólamente con mudarse de un partido a otro, ni depositar su confianza y sus esperanzas en "mesías" candidatos carismáticos, o a una propuesta novedosa y llamativa, ni siquiera apoyando el regreso de un regimen o la perpetuidad del que está en turno y que no ha logrado nada, sino que este cambio debe hacerse de fondo.

Que lo que debe de cambiar es la forma de hacer política en este país, además de crear en cada individuo una conciencia individual y responsable, no de forma barata como lo hace ver un instituto titere del gobierno a través de anuncios color de rosa, alejados de la realidad.

Y mientras que no haya un cambio profundo en México, todos los gobiernos, sean del partido que sea van a seguir las mismas líneas que han llevado al país a ser lo que es ahora: un país de pobres, un país de violencia y de miedo, de apatía y mediocridad, donde se vive apenas con lo mínimo,con muchas carencias y sobretodo desigualdad económica y social.

Y mientras no nos manifestemos todos en contra de esta forma de hacer política y pidamos que una de dos: o trabajen o se larguen, todo va a seguir igual. Propiciaremos que las náuseas sigan apareciendo cada tres años. Abstención por abstención es igual a ir sólo a votar y después olvidarse de todo y seguir dejando todo a la suerte.


“Para que, si la política es algo que no me incumbe, mejor me voy a ver el fútbol o las luchas y me olvido de todo, al fin que ya voté.” Esto es que no por el sólo hecho de votar somos "ciudadanos responsables y comprometidos con el país" ni tampoco por sólo abstenernos cambiaremos la situación actual.


Está en nosotros acabar con esas horribles náuseas electorales, o más bien con lo que las provocan...

22 de mayo de 2009

Esa batalla


Se nos ha ido Mario Benedetti, poeta donde la vitalidad y el amor conviven en versos hermosos y prosa vigorosa. Entra así, de manera definitiva al plano de los eternos, algo que por otro lado no le hace falta: ya lo había visitado en sus libros muchas veces antes. Uno de mis poemas favoritos escritos por él lo pongo aquí para honrar su memoria. Descanse en paz señor Benedetti.

¿Cómo compaginar 
la aniquiladora
idea de la muerte
con ese incontenible
afán de vida?
¿Cómo acoplar el horror
ante la nada que vendrá
con la invasora alegría
del amor provisional
y verdadero?
¿Cómo desactivar la lápida
con el sembradío?
¿la guadaña
con el clavel?
¿Será que el hombre es eso?
¿esa batalla?

 
  Mario Benedetti


20 de mayo de 2009

Breve historia de la censura religiosa en la literatura, Primera parte

Durante el periodo de tiempo conocido como "edad media" (que los historiadores suelen agrupar entre los siglos V al XV) surgieron dos instituciones dependientes de la Iglesia Católica que tenían como propósito "salvaguardar la fe cristiana y castigar a todos aquellos que renegaban o atentaban con sus actos hacia ella" incitando, en muchas ocasiones (según la curia romana) a la herejía, al pecado y a la blasfemia.


Estas dos "alegres" y bienintencionadas (porque todo ante los ojos de la Iglesia todo lo que hacía era por el bien del hombre) instituciones fueron: el Tribunal del Santo Oficio, conocido de forma coloquial como la Santa Inquisición; y el Index Librorum Prohibitorum. Del primero no hace falta decir mucho, ya que es bastante conocida su función que desempeñó por muchos siglos hasta hace poco más de dos siglos: castigar directamente a los hombres que eran encontrados culpables por delitos que iban desde la borrachera hasta la blasfemia, pasando por la homosexualidad, el adulterio y la herejía, violaciones de caracter moral y teológico (que en este caso en esos tiempos eran la misma cosa).


También es un hecho por todos conocido que la forma de castigar dichos actos iba desde penas de carácter "ligero" como la humillación y escarmiento público hasta torturas de tipo corporal cuyo fin era muchas veces la muerte, penas atroces que no tiene caso recordar aquí porque hacerlo implicaría una detallada narración descriptiva, la cual se llevaría mucho tiempo.


En cuanto a la segunda institución creada por la Iglesia, la cual es la que nos ocupa en esta ocasión resulta menos conocida entre nosotros (quizás por sus efectos menos "letales") aunque no por eso era menos indigna y cuestionable. Hablo del Index Librorum Prohibitorum como se conocía en latín, el cual puede traducirse simplemente como Índice de libros prohibidos de la Iglesia Católica, el cual como su nombre lo dice era una comisión dirigida por las propias autoridades eclesiástica cuya finalidad era la de vigilar que los libros que se publicaban en los países donde (literalmente hablando) dominaba esa religión, para asgurarse de que el contenido de dichas obras no incurriera en actos perniciosos para la fe católica. Era, pues, un comité de censura por el que pasaba todo libro que se publicara en esos tiempos.


Los textos en los cuales se encontraban cuestiones que comprometían y ponían en peligro el control de la iglesia, en muchos caso cuestionamientos sobre la palabra de Dios, la autoridad de la iglesia o simplemente algo que estuviera un poco subido de tono con respecto a los estrictos cánones de la moral cristiana, eran incluídos en una especie de "lista negra", un índice de títulos que eran encontrados como non-gratos, los cuales eran declarados peligrosos para quien los leyera. Lo que se hacía era, que dado que la imprenta cada vez se popularizaba más y los libros llegaban más a la gente, era necesario tener un control de el riesgo que conllevaba dicha "tecnología".


Por supuesto todo se trataba de defender los privilegios de la iglesia, el poder político de los sacerdotes y los líderes del clero secular que se hallaba constantemente amenazado, como ya mencioné antes. Por ende ambas instituciones (inquisición y el índice de libros prohibidos) eran solo algunas de las muchas formas de mantener a raya al pueblo y e incluso a la nobleza.


Continuará.