4 de noviembre de 2009

Tiempo muerto


Desde hace una semana disfruto de lo que ya se veía venir de un tiempo para acá: adiós al trabajo. Si, así de fácil. Se acabaron las jornadas de medio tiempo en el Call center... ¿motivos? Cierre de la empresa. Y yo feliz porque tuve la paciencia necesaria de quedarme hasta el final para recibir la $liquidación$, en lugar de muchos otros ingenuos que se fueron antes (renunciaron) y por ende sólo los finiquitaron (menos Money)...

Lo importante de esta cuestión es que ya puedo gozar de tiempo muerto [muy ad hoc con la temporada], el cual ocupo en la lectura, en la contemplación de buen cine [el de arte, por supuesto] y lo demás en la frívola tarea de ver como gasto mi jugosa $liquidación$... ah, sí, y lo olvidaba: también acudiendo a mis clases de la universidad.

Acaba de pasar el día de muertos, y aunque en estos tiempos contemporáneos la apatía, la crisis económica y la incesante celebración del Halloween merman esta bonita tradición mexicana, me di la oportunidad de hacer algo relacionado con la fecha, acompañando a mi amiga la siempre hermosa señorita H. a la celebración anual de las ofrendas que la comunidad estudiantil monta en “Las Islas”, en Ciudad Universitaria.

En esta ocasión el tema era Edgar Allan Poe, y las “ofrendas” lucían motivos relacionados con la vida y obra de este magnífico escritor americano del siglo XIX, con motivo de que este año se celebra el bicentenario de su natalicio. Y es que se acostumbra el que cada año las ofrendas homenajeen a un personaje destacado en las letras ya fallecido.

Lo curioso es que las ofrendas, debo admitirlo, eran todo menos ofrendas. Muy pocas tenían los elementos propios de una ofrenda: platillos típicos, flores de cempasúchitl, pan de muerto, calaveritas de dulce, sal, papel picado... la mayoría eran representaciones con figuras y escenarios que trataban de emular algunas escenas de los cuentos del maestro Poe.

El esfuerzo por ser el que montara la “ofrenda” más creativa o más espectacular (recuerdo una en que una cuchilla enorme suspendida en el aire amenazaba con caer sobre el vientre un Poe atado a una mesa, y alrededor sólo adornos), hacía que se olvidara los elementos representativos de lo que en verdad es una ofrenda de Día de Muertos. Muchas Escuelas y Facultades, en busca de la originalidad, el ingenio y lo llamativo se hicieron cosas más parecidas a una maqueta de Halloween que una Ofrenda de Día de Muertos.

Y lo que de plano es para olvidar de esa fecha celebración que muchos han incorporado al feriado mexicano (me refiero a esa fatalidad llamada “Noche de brujas”), fue el ver a muchos niños disfrazados de Michael Jackson (alentados, claro está, por sus padres), fenómeno que como lo dijera mi profesor de Seminario optativo de Psicoanálisis, “da para mucho estudio”. En este caso para una entrada propia de blog.

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