20 de mayo de 2009

Breve historia de la censura religiosa en la literatura, Primera parte

Durante el periodo de tiempo conocido como "edad media" (que los historiadores suelen agrupar entre los siglos V al XV) surgieron dos instituciones dependientes de la Iglesia Católica que tenían como propósito "salvaguardar la fe cristiana y castigar a todos aquellos que renegaban o atentaban con sus actos hacia ella" incitando, en muchas ocasiones (según la curia romana) a la herejía, al pecado y a la blasfemia.


Estas dos "alegres" y bienintencionadas (porque todo ante los ojos de la Iglesia todo lo que hacía era por el bien del hombre) instituciones fueron: el Tribunal del Santo Oficio, conocido de forma coloquial como la Santa Inquisición; y el Index Librorum Prohibitorum. Del primero no hace falta decir mucho, ya que es bastante conocida su función que desempeñó por muchos siglos hasta hace poco más de dos siglos: castigar directamente a los hombres que eran encontrados culpables por delitos que iban desde la borrachera hasta la blasfemia, pasando por la homosexualidad, el adulterio y la herejía, violaciones de caracter moral y teológico (que en este caso en esos tiempos eran la misma cosa).


También es un hecho por todos conocido que la forma de castigar dichos actos iba desde penas de carácter "ligero" como la humillación y escarmiento público hasta torturas de tipo corporal cuyo fin era muchas veces la muerte, penas atroces que no tiene caso recordar aquí porque hacerlo implicaría una detallada narración descriptiva, la cual se llevaría mucho tiempo.


En cuanto a la segunda institución creada por la Iglesia, la cual es la que nos ocupa en esta ocasión resulta menos conocida entre nosotros (quizás por sus efectos menos "letales") aunque no por eso era menos indigna y cuestionable. Hablo del Index Librorum Prohibitorum como se conocía en latín, el cual puede traducirse simplemente como Índice de libros prohibidos de la Iglesia Católica, el cual como su nombre lo dice era una comisión dirigida por las propias autoridades eclesiástica cuya finalidad era la de vigilar que los libros que se publicaban en los países donde (literalmente hablando) dominaba esa religión, para asgurarse de que el contenido de dichas obras no incurriera en actos perniciosos para la fe católica. Era, pues, un comité de censura por el que pasaba todo libro que se publicara en esos tiempos.


Los textos en los cuales se encontraban cuestiones que comprometían y ponían en peligro el control de la iglesia, en muchos caso cuestionamientos sobre la palabra de Dios, la autoridad de la iglesia o simplemente algo que estuviera un poco subido de tono con respecto a los estrictos cánones de la moral cristiana, eran incluídos en una especie de "lista negra", un índice de títulos que eran encontrados como non-gratos, los cuales eran declarados peligrosos para quien los leyera. Lo que se hacía era, que dado que la imprenta cada vez se popularizaba más y los libros llegaban más a la gente, era necesario tener un control de el riesgo que conllevaba dicha "tecnología".


Por supuesto todo se trataba de defender los privilegios de la iglesia, el poder político de los sacerdotes y los líderes del clero secular que se hallaba constantemente amenazado, como ya mencioné antes. Por ende ambas instituciones (inquisición y el índice de libros prohibidos) eran solo algunas de las muchas formas de mantener a raya al pueblo y e incluso a la nobleza.


Continuará.

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