10 de abril de 2013




En la anquilosada sabiduría del líder de la tribu, subsistían ciertas corrientes subterráneas, riachuelos diminutos, goteras de su alma magnífica. Pocos advirtieron la necesidad de peregrinar en su búsqueda. La mayoría se detenían distraídamente para admirar su meditación, escuchar perplejos los aforismos que pronunciaba cada mañana mientras paseaba por el pueblo.

Cuando el líder cayó presa de una fiebre contraída en algún punto de su longevidad centenaria, esa mayoría se limitó a elogiar la fuerza, entereza y coraje de espíritu que había conservado hasta sus últimos momentos de vida. Sólo un chiquillo al que todos creían estúpido, notó la sonrisa de alivio esbozada por el viejo al momento de expirar. 

Como un chiste que nadie más podría volver a escuchar. Mucho menos a comprender.




7 de abril de 2013





Hubiera preferido la cálida senda diurna
Jugando con nuestros pies cansados.

Que extraña es la noche de calles vacías.
Se perciben desde el autobús ecos y sombras

Fíjate bien. En aquella esquina no hay nada ni nadie.
No hay nada ni nadie.