30 de marzo de 2010

Los Messer Chups y el delirante anhelo de ser único


En gustos musicales como en general en la vida, hay que salirse de lo convencional. Es por eso que siempre critico a aquellos que adoptan una tribu urbana y la defienden a muerte con todo lo que ella implica: modo de vestir, gustos musicales, tipo de amistades, forma de hablar, de moverse... ¡incluso forma de pensar! Como si cada uno de ellos fuera un jodido robot hecho en un molde y no pudiera, ni quisiera, salirse de él.  

En mi caso, el de un humilde estudiante de filosofía amante del cine de arte y de la música no tan estruendosa, pretendo no ser nada establecido, sino tomar fragmentos de aquí y allá, cosas que no formen algo homogéneo. En ese sentido ser impredecible, incluso abiertamente contradictorio conmigo mismo y con mis gustos. Los Messer Chups, banda musical rusa, la cual es una de las predilectas de un servidor desde hace algunos ayeres, ilustra bien todo eso que trato de decirles. 

Su estilo, que trata de homenajear a las cintas de Clase B (películas de bajo presupuesto) gringas de los años 50' y 60, cuya temática era el terror y ciencia ficción, el cual salpica a cada instante en sus rolas, creando una especie de perfomance sonoro que se complementa de manera visual e igual de alucinante con la vestimenta de sus integrantes, los videos hechos para sus canciones así como el arte de sus discos. Cada parte fundamental para entender un todo que se hace llamar Messer Chups.

Así, al escucharlos, el resultado es una mezcla de ritmos tan disimiles como son el surf, circus music, jazz y fragmentos de sonido de dichas películas de vampiros, hombres lobo, zombies, mutantes y monstruos espaciales; que en su tiempo en E.E.U.U fueron lo que las del Santo y Blue Demon contra los monstruos para nosotros. Si quisiéramos encontrar alguna similitud, levemente lo tendríamos con Lost Acapulco con eso de incorporar la añoranza por el mal cine de antaño en su música, pero sólo en esa parte, porque en lo demás la onda de los Messer es totalmente propia.  Se cuece aparte.

Juzguen por ustedes mismos: 





28 de marzo de 2010

Aire fresco

Prometí que este semestre me metería más de lleno en la universidad. La carrera es algo que descuido con frecuencia, máxime cuando me pongo a leer literatura y me clavo en otras actividades como el cine, la poesía y la música. Pero a quien voy a engañar, soy un tipo inquieto. Mi mente no está contenta con una sola actividad.
Por eso cuando me encontré el viernes por la tarde, arrojado a las mini-vacaciones de semana santa, me sentí un poco aliviado. ¿Aliviado de qué? Quizás de mí mismo. De ese vertedero mental que se me ha estado formando a través de los dos meses de clases que llevo y de lo que vivo cuando salgo de ellas. De combinar las lecturas filosóficas con mis hobbies pseudo-intelectuales:
Las lecturas de poesía (autores rusos e ingleses principalmente); las películas de arte y (otras no tan artísticas); géneros y grupos musicales nuevos; mis proyectos literarios que apunto en una libreta (simples notas o torpes comienzos de unas cuantas hojas por igual). En suma todas esas diversiones raras que la mayoría de mi especie considera como aburridas trivialidades lejanas al mundo real y cercano.
Eso es mi mente, mi mente de los insomnios fatales llenos de todo y a la vez de poco. De cosas que al tratar de contarlas en sus facetas más interesantes, de forma pormenorizada, resultan en verdaderos fracasos. A lo mucho una sola frase o un comentario de algo que me intriga de un poeta y su obra, o de un título fílmico. ¿A dónde va todo eso que asimilo durante el día, todo aquello en que me ocupo por horas? Todos esos fragmentos diversos, ¿Permanecen en algún lado?
Cuando llego a sentarme aquí en la computadora para contarles algo interesante de mi mundo de ideas y pensamientos, de ficciones y realidades tergiversadas, todo se nubla, se pone de cabeza. Estrangulo a la musa pero ella ni se inmuta. Levanto plegarias a dioses en los cuales ni siquiera creo y termino blasfemando en simbolismos torpes. La noción de contador de historias que quiero ser se viene a pique. Pido aire fresco, un descanso que sé que no aprovecharé porque estoy metido en esto desde hace mucho tiempo.
Estoy cansado, si, pero también es cierto que mi mente está más abierta que nunca. Cuando venía derrotado de tantas horas de clase en la Facultad, los ojos cansados, el estómago apenas vertido de lo mínimo necesario, las piernas agotadas, sentado en un asiento del vagón del metro al termino de un día, me preguntaba como siempre el sentido de toda esta sucesión de palabras y de imágenes, sonidos y sensaciones.
Más nunca en cerrarle la puerta a estos extraños demonios que me impulsan a levantarme todos las mañanas, fresco de sueños todavía, para hundirme en días ordenados por otro, siempre otro. Siendo parte de historias que nadie leerá porque estamos todos muy ocupados tomando nuestro lugar en ellas, improvisando los diálogos y ofreciendo las actuaciones más honestas que se hayan realizado por el sólo hecho de ser vivencias continuas. 
¿Cómo aprehender todo ese universo ilimitado, cambiante y lleno de vida y de muerte que amenaza con irsenos a cada instante que lo pensamos y lo habitamos? ¿Cómo tomar una parte tan siquiera significativa, que de una pequeña idea de si mismo, un resumen, una sinopsis? Aire fresco para ordenar, no para hacerme a un lado. Asomar la cabeza un poco, para después sumergirse de lleno, como siempre en este juego. Es un bello sueño que a veces tengo cuando vengo de camino a casa...

25 de marzo de 2010

Plática de dos compadres intelectuales borrachos

-¡Vamos a reírnos de Diosito compadre!

-¡Seguro! La pregunta es, ¿De cuál de todos?

-Si verdad... ¡Pues de todos, que le hace! ¡Ríamonos de Marduk, de Kukulkan, de Odin, de Tezcatlipoca, de Horus y de Osiris, De Dioniso y de Afrodita, de Alá y de Jehová!

-¡Me parece buena idea! ¡Ríamonos de Ra, de Ares, de Loki, de Vishnú, de Tlaloc, de Zoroastro, de Yahvé... ! ¡Y de todos los demás que nos faltaron!

-¡Así se habla, así se habla compadre...! 

- ¡Jajajajajajajaja! ¡Jajajajajajaja!

-¡Jajajajajajajaja! ¡Jajajajajajaja!

-¡A su salud compadre, por los dioses que alguna vez brindaron mientras reían de nuestras desgracias!

-¡Salud compadre, salud!

16 de marzo de 2010

La triste historia de mis zapatos viejos


El día de hoy al despertarme, noté que mis zapatos bailaban sobre el suelo, a un lado de mi cama. A pesar de que permanecí inmóvil contemplando la escena por horas y horas no pude adivinar que era lo que bailaban, si un viejo twist o una cumbia. Aunque después de pensarlo con detenimiento, quizás aquello no era un baile, sino más bien un delirio o una convulsión sufrida por mi calzado.

Probablemente mis zapatos se encontraban hiperactivos a causa de caminar por un campo de amapolas el día de ayer. O quizás sucede que mi pantalón de mezclilla, mi chamarra o incluso el gorro que me pongo por las mañanas al salir de casa son los culpables de todo.

¿La razón? Puede que mientras duermo, a escondidas de mí o cuando me meto a bañar (cuando las dichosas prendas de vestir se quedan a solas) le suministren alguna droga o estupefaciente a mis zapatos, tornándolos en el estado en que mencioné que estaban: fuera de sí, entregados a un furor desbordante, presas de una extraña demencia.

De ser así las cosas no habría otra que sentirme muy decepcionado. Sé que los tiempos son duros, que a falta de dinero hago caminar a mis zapatos más allá de un tiempo de vida para ellos razonable. Que en las últimas fechas han llovido verdaderos diluvios, lo cual redunda en la irremediable sopa de agua y lodo que de mis pobres zapatos termino haciendo. Que debido a mi ajetreado ritmo vida ya casi no tengo tiempo de lavarlos tan seguido en comparación a épocas anteriores.

Pero a pesar de todos estos inevitables contratiempos, sin duda funestos para ellos, no me esperaba este intento de escape, esta huída de su trágica realidad, este camino tan autodestructivo, esta caída suya en el vicio de la drogas.

Me queda el consuelo de que son conjeturas todavía. Debo de evaluar con detenimiento, investigar los argumentos a favor o en contra que sustenten la posible adicción de mis zapatos, con el objetivo de no precipitarme y tomar decisiones drásticas, de las cuales pudiera arrepentirme en un futuro.

Momentáneamente, como mera precaución he considerado la medida de amarrarlos por las agujetas de los pies de mi cama antes de irme a dormir, para asegurarme de no ver repetido el doloroso espectáculo aquel de mis zapatos bailando al compás de sus delirios en plena mañana. Como dije antes, aún resta mucho por hacer.

Por lo pronto no me queda más que desearles a todos ustedes que pasen unas muy buenas noches. Hasta Mañana.

1 de marzo de 2010


Sospechemos, querida,

de esta misteriosa caja

en cuya tapa está

nítidamente inscrita

en grandes letras

“Inmortalidad”

No nos acerquemos, a pesar

de que la gente proclama las maravillas que encierra

las cuales son demasiado buenas para ignorarlas,

sino sigamos de largo, juntos,

dando un gran rodeo.

Silenciosos. En puntillas.

Aguantando la respiración.

Si la miramos, vamos a querer tocarla.

Y no debemos, porque (algo me lo dice)

aunque lo hagamos con sumo cuidado

si empezamos a manosearla

se abrirá

y saltará la muerte


E. E. Cummings


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No me importa que un poeta como Cummings (uno de mis favoritos, por cierto) sea muy difícil de traducir. Confío en esta versión que encontré de uno de sus poemas, el cual viene en un libro de poesías suyas titulado: "En epoca de lilas : cuarenta y cuatro poemas", traducción de Juan Cueto-Roig.

Y, ¿alguien dijo que estoy obsesionado con el tema de la muerte en estos últimos días?