16 de diciembre de 2009

Aunque sea por un momento...

En un país como este, cuyo calendario esta repleto de fiestas, los inadaptados sociales nos volcamos a escribir en blogs. ¿Por qué digo esto? Ha empezado la llamada época de fiestas decembrinas, en donde muchos despilfarran en regalos, en alcohol, en comida y en frivolidades diversas...
(Fiesta, más fiesta y más fiesta. Celebramos de todo, desde una guerra que nunca ganamos, el nacimiento de un Dios en el que no creemos, la aparición de una virgen que hasta los rockeros aman, el fin arbitrario del calendario gregoriano...)
Permanezco asomado a la ventana, escuchando los gritos y risas de mis vecinos. Imagino los preparativos de una piñata en alguna casa cercana. También la eterna, torpe danza de nuestros amigos borrachos que se avecina. Los niños que mandan al diablo la escuela por un rato, ilusionados con juguetes, con noches de desvelo, con reuniones familiares.
Los buenos deseos que pasan por todas las mentes y que en el fondo nadie cumplirá. Los hombres y mujeres devotos católicos que aún guardan recato y que van a las misas de navidad, que bendicen sus coronas de adviento. El olor tan característico del ponche que se prepara tanto en las vecindades como en las zonas residenciales.
Nuestras calles, nuestra ciudad. Igual que siempre, llena de basura, de congestionamientos, de contaminación. Pero por unos días también llena de luces, de adornos festivos. De comercios más frecuentados que de costumbre. De pliegos y pliegos de envolturas. De anuncios en las esquinas, en la televisión, en el radio, en espectaculares, promocionando artículos diversos.
Y todo es alegría disimulada y buenos deseos. Olvidemos que hemos perdido recientemente al familiar querido, o que la crisis sigue, haciéndonos la vida más difícil cada día. Que vivimos en un país lleno de desigualdad e injusticias sociales, rodeados de delincuencia y faltos de oportunidades para salir adelante. Embriaguémonos todos, al son de las canciones de moda y la vida que no deja de fluir dentro de nosotros; en mitad de la noche somos dioses que crean y destruyen a voluntad. Después, después nos volveremos mortales.

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