2 de mayo de 2009

El amor en los tiempos de influenza


Tirarse a las compras de pánico en los supermercados, seguir en la indiferencia total, esbozar teorías conspiratorias para tratar de explicar la situación... Hay muchas cosas que se pueden hacer en estos días, ya sea rozando el estatus de obsesivos compulsivos o de personas con sentido común intacto. Y es que las masas siempre reaccionan de manera intensa, y no siempre conveniente y ordenada, ante momentos de contingencia, y ya que muchas veces los medios auxilian a estas reacciones... pues los resultados son variopintos: personas que ven que lo peor está por venir y que no quieren ni salir de su casa, etc, etc.
En mi caso puedo decir que soy una persona bastante razonable, modestia aparte, y ecúanime, que ve en estos días de no ir a clases un gran inconveniente: la acumulación de días perdidos de clase resultará en una acumulación de trabajo en los pocos días que le quedan al semestre actual (en el caso de la UNAM el de febrero a julio).


En estos días que la mayoría de los estudiantes gastan en pasar horas frente a la computadora, me las he visto con una investigación acerca de fray Alonso de la Vera Cruz y la lectura de Sobre el amor: comentarios al banquete obra del renacentista Marsilio Ficino. Además de estas lecturas me he terminado otras fuera de mis obligaciones académicas: El jugador, de Fiodor Dostoievski y El amor en tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez. La primera una brillante exploración al lado egoísta y adictivo que brota del ser humano cuando se enfrenta al vicio del juego; la segunda una lectura que había comenzado hace varios meses pero que había dejado inconclusa sin motivo.
Aquí resaltan dos cosas: mi caracter de ratón de biblioteca (en este caso de la biblioteca de mi cuarto, jeje) y mi afán por sacar algo de utilidad en situaciones que usualmente parecerían no tenerla. (¿Alguien mencionó al absurdo?)


Y hablando de literatura, en una de estas tardes perdidas me vino a la mente el recuerdo dos libros excelentes que tiene unos años que leí. Me refiero a Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago y La Peste, de Albert Camus, obras que resultan fundamentales en dichos autores ganadores del premio Nobel, las cuales muestran metáforas muy agudas sobre la naturaleza humana y el comportamiento de los individuos en las sociedades ante un acontecimiento de grandes magnitudes, en este caso una epidemia de ceguera blanca y la peste bubónica, respectivamente.


Muy poco o nada tienen que ver con la situación actual, las proporciones son bastante desiguales. Lo interesante es el es buen pretexto que resulta en estos días de inactividad echar un ojo a tan buenos exámenes sobre el comportamiento humano ante situaciones adversas.


Por un lado una aguda crítica a la sociedad de Saramago mediante una metáfora de un mundo de ciegos en el cual sólo una mujer conserva la visión: ¿Cuál sería nuestra responsabilidad en un mundo de ciegos en el que sólo nosotros (en los zapatos de la mujer que ve) podemos ver?


Por otro lado la filosofía existencialista de Camus contada por personajes entrañables: Encerrados en una repentina epidemia de peste en una ciudad de Argelia la cual es aislada de inmediato, la convivencia entre todos ellos hará que comiencen a cuestionarse acerca de lo que son en tanto que seres humanos que se encuentran libres a merced de situaciones que no parecen tener una explicación, en que sólo ellos mismos deberán ayudarse para sobrevivir, aprendiendo de sí mismos.


Para quienes sufran de paranoia provocada por influenza les recomiendo una buena dosis de literatura; así por lo menos se distraeran y dejaran de sentirse por lo menos por un buen rato esa sensación de leones enjaulados que cargan desde hace varios días. Salud.


PD. Me tomé la libertad de colocar al comienzo de esta entrada un cartón magnífico hecho por maese Ahumada, publicado en el siempre punzante blog de Sacatrapos, el cual recomiendo ampliamente en todo momento. En especial en tiempos en que el humor parece ser la mejor medicina contra los males que nos aquejan diariamente.

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