26 de febrero de 2009

El ladrón de bicicletas


Una de las obras maestras del neorrealismo italiano, y más aún, de la cinematografía mundial, el Ladrón de bicicletas es una película que retrata el frío y desesperanzador mundo que legó a Europa la segunda guerra mundial, un continente hundido en la miseria que trataba de reconstruirse de entre los escombros ocasionados por el conflicto que propició el hambre y la ceguera de los gobiernos fascistas de Mussolini en Italia [país en el cual se desarrolla la trama de la película], y Hitler en la Alemania Nazi.

Pero esta reconstrucción de la posguerra no puede evitar caer en el egoísmo y en los intereses personales. Cada hombre tiene que vérselas consigo mismo, el fracaso de las ambiciones colectivas ha dejado a la Italia vencida en un momento hostil e incierto cuyas heridas tardaran en cicatrizar, más por las acciones individuales de sus habitantes que por un espíritu de unidad nacional. Después de todo, cruel ironía, ese supuesto espíritu fue el culpable de la ruina causada.

Es en medio de esta atmósfera de la Italia vencida que se presenta la acción del filme. Antonio Ricci es un hombre que después de mucho tiempo de estar desempleado consigue por fin un trabajo que lo sacará de la miseria en la que se haya junto con su familia. Atrás paracen quedar los tristes tiempos de empeñar todos los enseres de la casa para obtener dinero para sobrevivir. La labor consiste en pegar carteles en la ciudad, y para ello necesitará de una bicicleta, requisito indispensable para poder movilizarse entre las calles con rapidez.

Antonio saca la bicicleta del empeño en que la tenía, pero es en el primer día que sucede la tragedia que será el móvil de toda la trama: un chico roba la bicicleta cuando este se encuentra distraído pegando el primero de los carteles. Antonio emprende la búsqueda del instrumento sin el cual la vida les seguirá siendo dura como hasta ese momento junto con su hijo. Incertidumbre, realismo. Instrumentos sencillos, producto de un excelente guión, sin necesidad de un gran presupuesto o grandes actores. Sólo por decir un dato curioso: los actores no son profesionales. No pierdan de vista la actuación del niño que interpreta a Bruno, el hijo de Antonio Ricci, su actuación es conmovedora.

¿Identificarse con el personaje principal al menos en algún momento de nuestra vida? Imposible no hacerlo.

Ganadora del oscar en 1949 por Mejor película extranjera, pero no dejen que sea este el único argumento para verla. Con Oscar o sin oscar El ladrón de bicicletas es una película inolvidable, que si bien puede que les arranque algunas lágrimas a muchos de nosotros (sobretodo en la secuencia final) nos hará ver lo que pocas cintas logran: tener la sensación de percibir la vida msima frente a la pantalla.

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