11 de mayo de 2011

Inevitable

Ayer era una incertidumbre solitaria
Un permanecer tras bambalinas, arrojado bajo las coordenadas
De ciertos astros luminosos, pero impersonales
Ahora una red perfecta, extendida más allá del sueño

¿Cómo resistir al poderoso impulso, que llama tras las ventanas
con sus cabellos de fuego
Esa naciente ingenuidad, donde todo es promesa
Y apenas lo perdido resuena como ganancia a la nueva memoria?

La conciencia desoye las advertencias
Se deja llevar, embelesada se encadena a la marcha de las horas
Con ella los ojos, las manos, todo eso que palpita bajo la piel
Y más allá de ella, danzando sin hacerse las preguntas:

¿Qué traerá consigo la caída del día
Qué nos toca de esa muerte lenta y deliciosa
A la que sucumben los horizontes y las caprichosas nubes,
Los cielos azules, las energías inquietas de los chiquillos que juegan en los parques?

Lentamente oscurece, vuelve a acercarse la sensación dolorosa
Cobijándonos con extraño amor de madre
Siembra la duda, nos repliega nuevamente hacia la melancolía

Hombres y mujeres, abandonado sin querer, cruel engaño, el terreno fértil de otro día.




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