18 de septiembre de 2010

Nihil novum sub sole

En México (porque no puedo hablar de lo que se vive en otros países)los días festivos llenan los calendarios de todos los habitantes. Ya sea por un cumpleaños, el aniversario de un acontecimiento cívico o por una fecha religiosa. Si juntáramos todos estos feriados, uno tras de otro, formaríamos unas vacaciones del tamaño de un trimestre, así de fácil. El festejo del Bicentenario de la Independencia ha pasado, no así el maravilloso puente de días inhábiles que decretó el gobierno de México. Cinco días, para ser exactos, del 15 de septiembre al 19. Cierto que no todos los mexicanos harán uso de este descanso, en especial los que trabajan en negocios particulares (no burócratas o empleados de alguna empresa), pero pues en la mayor parte de la Ciudad de México, por citar una parte representativa del país, se percibe una atmósfera de haraganería y tedio que se manifiesta especialmente en las calles. La gente se resiste a volver a su ritmo de vida diario, a sus problemas y preocupaciones cotidianas, mas el cielo lleno de nubes, ausente de sol y con sus lloviznas periódicas nos obliga a pensar una vez más en la melancolía de los trabajos y los días. La mayoría de nosotros no deja de pensar, y ahora ¿qué sigue? El gobierno ha derrochado en un evento que no se volverá a repetir en mucho tiempo, el cual sirvió para recordar que "debemos estar orgullosos de ser mexicanos" y celebrar que tenemos "doscientos años de vivir en un país libre"; de ver en todos lados caras de héroes nacionales, de banderas, símbolos y publicidad creada ex-profeso para ensalzar la identidad nacional; de escuchar y ver en todos lados noticias, información, discursos, imágenes y más sobre esa entidad enorme llamada México. Y, ¿ahora qué? Tender un puente (este de días normales sin nada esplendoroso que celebrar) que nos conecte con otro punto remarcado con color rojo en los calendarios, para así descansar un poco de cualquier cosa y celebrar un mucho de algo en específico (¿Día de muertos? ¿El Centenario de la Revolución? ¿Navidad?). Llenar los huecos grises que no quedan registrados en viajes, eventos familiares o convivencias multitudinarias es, después de todo, mucho de lo que hacemos en nuestra vida.

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