10 de enero de 2011

I



Las vacaciones o los recesos que duran más que un fin de semana, son para mí interregnos desagradables, en los cuales pierdo el ritmo de vida adquirido a fuerza de la rutina y la regularidad. El tiempo parece estancarse, queda solo una plataforma extraña en la cual se suceden imágenes, pensamientos y sensaciones, a la espera de que el mecanismo de los días con sus horarios y sus deberes se ponga en marcha de nueva cuenta.

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