23 de mayo de 2012



Quizás los inicios de la vida sean más fecundos artísticamente hablando, pero muy pocos se percatan del poder disponible y lo utilizan. El resto del tiempo que nos queda, en el cual propiamente nos formamos como individuos, es ya demasiado tarde para manifestar nuestros sueños. La vida se inserta en sus múltiples apariciones dentro y alrededor del cuerpo, distrayéndonos con sus rumores inquietantes, sin dar tregua alguna, instándonos a llenar todos los espacios con el pesado yo. Y para no sentirnos mal pretextamos sentencias macabras: que los sueños no son de nadie, que la poesía es una incompletitud, que la imaginación es, ha sido y siempre será la loca de la casa.




8 de mayo de 2012



Pero ¿quién podrá contar la multitud de cosas menudísimas y despreciables con que es tentada todos los días nuestra curiosidad y las muchas veces que caemos? ¿Cuántas veces, a los que narran cosas vanas, al principio apenas si los toleramos, por no ofender a los débiles, y después poco a poco gustosos les prestamos atención?


Agustin de Hipona, Confesiones, Lib. X, 35, 57