13 de julio de 2011

Hombres de ceniza


Francis Scott Fitzgerald 


A cosa de medio camino de West Egg a Nueva York, la carretera se reúne apresuradamente con el ferrocarril, y corre a su lado por espacio de un cuarto de milla, como para apartarse de cierta desolada extensión de terreno: un valle ceniciento, una fantástica granja donde las cenizas crecen como el trigo, por las colinas, ribazos y grotescos jardines, donde las cenizas adquieren formas de casas, chimeneas y ascendentes humaredas, y finalmente, con un formidable esfuerzo de imaginación, siluetas de hombres grises que se mueven apagadamente, desmoronándose a través de la polvorienta atmósfera.
Una hilera de grises coches serpentea a veces por una invisible carretera; crujen espantosamente y se tumban a descansar; inmediatamente, los grises hombres de ceniza aparecen, agitando, con pesadas azadas, una impenetrable nube que oculta a la vista sus turbias operaciones.


 De El Gran Gatsby





6 de julio de 2011



Seguí el rastro que dejaba sobre la arena, emocionado de finalmente poder atraparla, pero cuando llegó a la playa dio un salto, sumergiéndose en el agua... y la perdí para siempre