16 de mayo de 2011

2 AM

Tornas la habitación en escala de grises

Los colores de los objetos se han dormido ya

Contemplas la cama como un extranjero advierte el desierto

La luz de la lámpara es un manantial del cual brota el silencio,

El reloj de pared una deidad desdeñosa

Los pensamientos hieren tu mente como cuchillas afiladas

Te preguntas si sobrevivirás a esta noche

O si por el contrario serás sacrificado al amanecer

Mientras tanto la oscuridad afuera, como una virtud intacta

Ajena ella y el mundo, al naufragio de tu conciencia




11 de mayo de 2011

Inevitable

Ayer era una incertidumbre solitaria
Un permanecer tras bambalinas, arrojado bajo las coordenadas
De ciertos astros luminosos, pero impersonales
Ahora una red perfecta, extendida más allá del sueño

¿Cómo resistir al poderoso impulso, que llama tras las ventanas
con sus cabellos de fuego
Esa naciente ingenuidad, donde todo es promesa
Y apenas lo perdido resuena como ganancia a la nueva memoria?

La conciencia desoye las advertencias
Se deja llevar, embelesada se encadena a la marcha de las horas
Con ella los ojos, las manos, todo eso que palpita bajo la piel
Y más allá de ella, danzando sin hacerse las preguntas:

¿Qué traerá consigo la caída del día
Qué nos toca de esa muerte lenta y deliciosa
A la que sucumben los horizontes y las caprichosas nubes,
Los cielos azules, las energías inquietas de los chiquillos que juegan en los parques?

Lentamente oscurece, vuelve a acercarse la sensación dolorosa
Cobijándonos con extraño amor de madre
Siembra la duda, nos repliega nuevamente hacia la melancolía

Hombres y mujeres, abandonado sin querer, cruel engaño, el terreno fértil de otro día.




7 de mayo de 2011

No sabía que las mujeres crecían en los árboles frutales del otro lado del reino. Alguien tuvo que decírselo. Hasta entonces el pobre se había pasado las noches en vela ideando complicados estratagemas con el fin de conquistar a una linda muchacha y hacerla su esposa. Todo esto sin éxito alguno.

Cuando tuvo noticia de lo fácil que era ir hasta ese lugar, trepar con una escalera hasta alguna de las numerosas copas de aquellos árboles y pedirle a una de las mujeres que en ella vivían que regresara con él al reino, fue presa de un júbilo sin igual.

Desafortunadamente fue tanta la emoción del joven campesino por la noticia que cayó enfermo de fiebre. En medio de sus delirios se veía recorriendo las praderas a caballo, veloz y empujado por un frenesí inusitado, el aire frío del próximo invierno golpeando contra su frágil cuerpo, la vista en el horizonte, allá a lo lejos donde comienzan los bosques en los límites del reino.

Así estuvo varios días. Una tía anciana la cual tenía sus propios achaques, su padre el cual estaba medio sordo y jorobado por completo, eran su único sostén. La penosa situación en la cual se hallaba sumido a causa de sus deseos no hacía más que dar quebraderos de cabeza a los humildes campesinos.

Decidieron que si el joven habría de morir pronto lo hiciera lejos de ellos, tratando de completar su hazaña. De todas formas moriría, pensaban con resignación, que mejor que morir en su viaje que en una cama de paja en el pequeño granero.

Partió entonces el campesino, todavía con fiebre y delirando. Fue una noche fría. El invierno llegó para su desgracia anticipadamente. Cubierto con frazadas y ropa de lana, partió inmerso en la oscuridad, alentado únicamente por sus sueños juveniles, que para efectos de las gestas heroicas antiguas era algo más que suficiente como para regresar victorioso de cualquier empresa arriesgada.

3 de mayo de 2011

Poema 303

El Alma elige su propia Compañía-

Después- cierra la Puerta-

A su divina Mayoría-

Ausente ya-


Impasible- ve a las Carrozas- detenerse-

Ante su humilde Puerta-

Impasible- así un Emperador se arrodille

Sobre la Estera


La he visto- entre numerosa grey-

Escoger sólo a Uno-

Y cerrar- luego- la Válvula de su atención

Como una Piedra


Emily Dickinson