30 de agosto de 2009

De Calls Centers y resfríados en Verano...

Este mes de agosto que está por terminar ha sido un tanto extraño. Las razones principales: entre que he estado mucho tiempo enfermo de resfríados no atendidos [los cuales son el producto de la constante lluvia y de mi negligencia], que he tenido que organizarme con mi trabajo y con la escuela...

Ambos son hechos extraños por lo siguiente:

1. porque creo que nadie nos esperábamos una temporada de lluvias en pleno mes de Agosto. No olvidemos que antes de los desvaríos climáticos de este nuevo siglo, la temporadas de lluvia casi siempre eran en primavera, y no en verano como ahora.

2. porque desde hace casi mes y medio que trabajo, algo que no acostumbraba a hacer por lo exigente de la carrera que estudio. Siempre creí que trabajar y estudiar filosofía al mismo tiempo era suicida, aunque ahora veo que no es así... bueno, sólo un poco.

A estas peculiaridades habría que sumarle una tercera, que se deriva o relaciona con la segunda:

3. que mi trabajo es el de un operador telefónico en un Call Center: 6 horas diarias, de lunes a sábado por la mañana. Los demás datos sobre este particular me los reservo para evitar alargar esto demasiado y también para no hacer publicidad.

Y digo que esta es una extrañeza también porque ¿Un estudiante de Filosofía trabajando en un Call Center? Pues si, así es. Lo curioso es que ya me estoy acostumbrando al ambiente de trabajo, a mis compañeros operadores y a mis funciones laborales.

Lo malo es que del trabajo tengo que irme derechito a la Facultad, a mis clases, lo cual se traduce en dos incomodidades:

1. que como la política del Call Center es que los hombres vayamos vestidos formales [camisa, pantalón de vestir y corbata] me perjudica el que tenga que asistir a mis clases por la tarde vestido también así. Máxime que la Facultad de Filosofía y Letras es en donde más nos vale madres los códigos de la moda y de la etiqueta... ya se imaginaran lo contrastante que resulta el aspecto de un servidor con relación al de los otros estudiantes al ir por los pasillos de camino a mis clases.

2. que el cansancio es inevitable; a eso de las seis de la tarde empieza a darme mucho sueño y agotamiento tanto físico como mental. A esto hay que sumarle que de regreso a su casa el metro [medio de transporte que uso tres veces en el día] viene a reventar, además de que cada vagón se convierte en una caldera insoportable. Que para acabar pronto ya me da el cuarto para acabar mi día y llegar a cenar y a dormir.

Pero de ahí en fuera recibir la quincena es algo muy gratificante. Buena recompensa después de los resfríados continuos, el cansancio diurno, las personas que te cuelgan la llamada cuando les hablas, la burla de ciertos amigos que aseguran que "sus principios los salvaran de laborar algún día en un trabajo tan malo como ese"...

Nunca creí tener una conclusión como esta, en la cual el factor económico es el que hace la diferencia. Lo sé, lo sé, digan lo que quieran. Emulen a los extramistas de siempre: acúsenme de capitalista, de vendido, etc, etc... Sólo déjenme decirles que lo que gano lo destino para dos cosas principalmente:

1. para ayudar a pagar algunos gastos a mis superiores domésticos...

2. para comprarme libros y ocuparme de gastos diversos por concepto de la carrera...

Pues bien, que de la lectura de esta entrada se pueden comprobar las siguientes cuestiones [ambas, lo acepto, como casi todo lo que escribo acá, triviales]:

1. que he abusado de las enumeraciones y

2. que se pueden conjuntar ciertos temas como son: Justificaciones innecesarias de porque-trabajo-en-donde-trabajo, lluvias inesperadas en agosto, llamadas telefónicas, lo-mucho-que-me-importa-seguir-una-imagen-en-mi-carrera, resfríados que se pudieron evitar ¡ah chu!, cansancios cotidianos...

* Y una extra [para variar]: el que un bloggero inevitablemente termina hablando de situaciones personales tarde o temprano, emulando una especie de diario o bitácora personal... ¡agh!

Como sea. Baste por el día de hoy. Que este sediento-luminoso debe de hacer tarea y prepararse para una jornada desgastante el día de mañana. ¡Ah chu! [Maldito resfríado...]

19 de agosto de 2009



[...]

Silencio la tierra va a dar a luz un árbol
Tengo cartas secretas en la caja del cráneo
Tengo un carbón doliente en el fondo del pecho
Y conduzco mi pecho a la boca
Y la boca a la puerta del sueño
El mundo se me entra por los ojos
Se me entra por las manos se me entra por los pies
Me entra por la boca y se me sale
En insectos celestes o nubes de palabras por los poros
Silencio la tierra va a dar a luz un árbol…

Vicente Huidobro
Altazor, I, 642- 651

18 de agosto de 2009

Constatando la otredad...



De vez en cuando, al salir de casa por la mañana, hay que echar un vistazo a la primera plana de los periódicos... para constatar que la fotografía con el cadaver de un hombre que aparece en la portada no es un retrato nuestro... Luego entonces, podemos seguir adelante con nuestras vidas...